Hace unos días recibíamos un email donde una persona nos preguntaba acerca de los ataques psíquicos. ¿Cómo puede llegar a influenciarte la energía negativa que otra persona emana hacía ti?
Su inquietud nos ha inspirado para contarte un poco sobre este tema:
El ser humano genera, con sus sentimientos y pensamientos, unas ondas que van más allá de su propio cuerpo. El cuerpo resuena emitiendo energías de amor o de odio hacia quien sea o hacia lo que sea y él decide cuánto, cómo y cuándo.
Así pues, cuando una persona genera un juicio, un pensamiento o un deseo negativo hacia otra, podemos considerar que se está produciendo un ataque psíquico. Cuando el ataque se mantiene y prolonga en el tiempo puede llegar a convertirse en una poderosa magia destructiva. Me gustaría hacer un pequeño apunte que viene al caso: recuerda que, según se siembra, así se recoge.
Dichos ataques se pueden producir de muy diversas formas. Los pueden generar personas que te juzgan, que te critican con saña, que te rechazan, desprecian o envidian, incluso que te maldicen sinceramente o que puede que ni sean plenamente conscientes de tales pensamientos negativos hacia tu persona (o puede que sí), pero lo cierto es que solo ellas pueden entender la más profunda motivación de sus elucubraciones.
Lo que sí que está claro es que existen, han existido y existirán, y tan fácilmente puede tratarse de colegas de trabajo, como de clientes, familiares o compañeros que pertenecen al mismo grupo con el que practicas deporte. Puede incluso tratarse de una persona que acabas de conocer de forma esporádica y con quien no vayas a volver a coincidir jamás o que sean personas del mundo de las redes sociales que frecuentas, pero que ni siquiera conoces ni conocerás nunca.
Quizá te estés preguntando cómo puede ser que te afecten estas emisiones. Aquí comienza lo que realmente ocurre a una persona cuando recibe ataques psíquicos sin ser consciente de ello. Por ello, hemos de comprender y afinar nuestro atrofiado sentido del todo, ya que si está distorsionado difícilmente podremos entender lo que nos ocurre.
Así, si estoy dentro de un grupo (de la índole que sea), las tensiones que tenga de por sí en su conjunto el grupo, como por ejemplo ansiedad, miedo, inseguridad, desconfianza, tristeza, frustración, rabia, ira, dolor, etc., me pueden acabar afectando sin siquiera saber definirlas y en consecuencia sentiré rechazo, incomodidad y malestar. ¿A quién no le ha pasado alguna vez algo así?
Al crear una protección áurica, activamos una serie de mecanismos internos que nos dan seguridad y confianza. Ponemos en marcha emisiones generadas por nuestro propio cuerpo que hemos creado con la mente, pero realmente es a través del corazón de donde emanan, gracias a nuestro ser superior. Las protecciones son las que impiden que llegue al alma cualquier mala energía que pueda perturbarnos. Así, son manifestaciones de nuestro potencial que responden a una toma de conciencia plena de lo que ocurre en nuestro entorno y lo que decidimos darle.
La semana pasada te compartimos un trocito del directo que Pere hizo sobre el Ser Superior donde nos hablaba de una de las protecciones auricas: La pirámide dorada
Te dejamos el link a mano por si quieres volver a echarle un vistazo